La dentadura constituye una parte vital de nuestro cuerpo a pesar del pequeño tamaño de los dientes en relación con el mismo. Gracias a su función trituradora, es posible llevar a cabo una de las
necesidades básicas del ser humano: alimentarse. Pero su tarea no queda ahí, sino que va más allá, ya que una bonita sonrisa aportará mayor belleza a nuestro rostro y, como consecuencia, nuestro
grado de autoestima aumentará.
Es posible que hayamos perdido alguna pieza dental por diversas razones. También es posible que nuestro odontólogo tenga que extraerla por algún problema de salud bucal, como son las caries.
Actualmente, y gracias a la odontología estética y a los implantes dentales, es posible que podamos recuperar esos dientes y volver a masticar y, sobre todo, sonreír con normalidad y sin ningún
tipo de complejo.
Los implantes dentales son como un pequeño tornillo metálico (dicho en una terminología más sencilla) que se colocan en el interior del hueso maxilar o de la mandíbula como sustitutos de las
raíces de los dientes perdidos. Dicha colocación se lleva a cabo a través de una pequeña operación quirúrgica que hace que, pasado el tiempo, el implante se adhiera al hueso. Sobre estas raíces
artificiales se fijan las prótesis (dientes artificiales), que sustituyen a los dientes naturales y ofrecen una mayor funcionalidad, así como una mejor estética.
Este tratamiento no sólo es útil cuando alguien pierde un solo diente, ya que es posible colocar más de una pieza artificial sobre una misma base. Es posible, incluso, sustituir todos los dientes de la boca mediante esta técnica. Y, actualmente, gracias a la técnica de implantes inmediatos, no es necesario esperar meses hasta completar el tratamiento.